400 AÑOS DE PRESENCIA
AGUSTINIANA
EN SALAMANCA GTO.
(1ª. Parte)
Salamanca,
Gto. El Templo de San Agustín es considerado uno de los edificios religiosos
más hermosos de Latinoamérica y es emblema de fe e historia del pueblo de
Salamanca.
Dice
la historia que aunque Fr. Juan Bautista de Moya, llamado el apóstol de tierra
caliente, (que misionó gran parte de los estados de Michoacán y Guerrero), ya
había pasado evangelizando o misionando el territorio otomí de Xidoo (tierra de
los tepetates), hoy la ciudad de Salamanca, fue hasta 1615 cuando nuestros
frailes agustinos fundaron el convento en estas tierras.
Por
este tiempo siendo superior de la nueva provincia Agustiniana de San Nicolás de
Tolentino (fundada en 1602) el P. Fr. Juan Caballero, el día 26 de mayo de
1615, Fr. Juan de San Nicolás (nombrado prior) y Fr. Francisco de la
Anunciación se presentan ante la justicia de la villa con carta del P.
Provincial, para tomar posesión y hacer fundación del convento de San Juan de
Sahagún en la villa, lo que se realizó en una casa que verbalmente había donado
a la provincia el señor Juan de Cuéllar. Allí, Fray Juan de San Nicolás puso
una campana, llamó a misa, una vez que se reunió la gente, se celebró el
sacrificio de la eucaristía, sin que hubiera ninguna contradicción. Al
terminarla lo contradijo el beneficiado del lugar, no haciéndole caso los agustinos.
Y de inmediato Fr. Francisco dijo otra misa con gran concurso de gente.
Quedaban así los agustinos establecidos en Salamanca (Roberto Jaramillo, los
agustinos de Michoacán 1602-1652, p. 80).
Dicho
convento fue dedicado a San Juan de Sahagún, santo de la orden Agustiniana que
había muerto en 1479 en Salamanca, España: no podía tener mejor
significado tal dedicación. Nuestra
fundación del convento, podríamos compararla con la parábola evangélica del
insignificante grano de mostaza que al crecer se convierte en un gran arbusto:
sobre esto nos dice Fr. Diego de Basalenque: en esta villa fundamos con mucha
paz de todos, si bien que la fundación es pobre, más tiene lo necesario para
cuatro religiosos, porque el convento de Cuitzeo le dio de limosna en el Valle
de Santiago renta de cuatrocientos pesos, sin
otras (ayudas), que tiene el convento con que pasa por ahora.
El
edificio es al uso de la villa, de tierra de tapia y adobe, y la sacristía pobre,
que todo ha sido ornato que le han dado de limosna (Fray Diego de Basalenque,
historia de la provincia Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán,
p. 315).
El
año de 1640 el M. R. P provincial Fr. Pedro Hernández (1640-43) entre los
problemas que tuvo que afrontar fue el de la fundación de Salamanca. La iglesia
no pasaba de una insignificante ermita hecha de adobe. El P. Prior de Salamanca
Fr. José Rodríguez dio un informe pesimista y desalentador al capítulo
intermedio celebrado en Charo (Michoacán) el 1 de noviembre de 1641. Se acordó
entonces la supresión del convento salmantino y que la comunidad religiosa se
trasladara a Valle de Santiago. Pero al padre provincial, que se le partían las
entrañas al verse obligado a dejar la fundación salmantina, pidió al
definitorio pleno que le concedieran autorización para hacer un esfuerzo y
salvar la obra. Le fue otorgado el voto de confianza, pidió la renuncia del P.
Rodríguez, y designó como nuevo prior de Salamanca a Fr. Miguel de Guevara
(autor de soneto: no me mueve, mi Dios…). El nuevo prior logró el milagro de
levantar en año y medio (noviembre de 1641 a mayo de 1643), la estructura
arquitectónica de la iglesia, es decir, la obra negra.
Esta
es parte de la historia del majestuoso Templo de San Agustín, muros edificados
con sacrificio y amor a un pueblo que nacía, cuya construcción ha visto pasar
más de 400 años de historia y desarrollo de Salamanca.
(2da. Parte)
Salamanca,
Gto. – Fue en el año de 1768, cuando se contrató a dos artistas de la talla de
madera: Pedro José de Rojas, quien proyectó tres retablos: los dos de los
cruceros, y el retablo del altar mayor (que ya no existe), y a Antonio de
Alexalde Rojas que de 1771-1782, concluye los majestuosos retablos del templo
Agustino de Salamanca.
Así,
la construcción conventual que en un principio había sido hecha de tierra de
tapia y adobe, con una sacristía pobre, se concluye expresando la riqueza y
grandeza de espíritu a donde ha llegado la comunidad salmantina conformada por
los frailes y el pueblo de Dios. Y como en la parábola ya mencionada del grano
de mostaza, la obra que ha crecido, ahora es semejante a ese arbusto grande en
donde las aves del cielo vienen a descansar y a hacer sus nidos.
La
riqueza natural en donde se dio la fundación agustiniana es referida por Fr.
Diego de Basalenque de este modo: El
sitio de la villa es el mejor o de los mejores que hay en la nueva España, en
cuanto al lugar y su temple, que el puesto está “exento” a los aires, y le baña
el sol que sale. rodéalo el río grande, abasteciéndolo de lindo pescado; la
tierra para las carnes es extremada, mejor para semillas, no sólo en calidad
sino en cantidad… Y no solamente la tierra ha dado su fruto, sino que la fe y
la cultura (promoción humana) se han manifestado también en la labor
agustiniana ante la comunidad salmantina.
Fray
Diego de Chávez promovió en grande el trabajo agrícola de los indígenas,
abriendo al cultivo casi todos los campos del territorio misional y beneficiando
con irrigación una gran parte, mediante la canalización del Lerma, la obra que
condujo a la formación de la Laguna de Yuririhapúndaro (p.190), considerada
como la primera obra hidráulica de América.
En
torno a la Casa de Estudios Mayores en Tiripetío, citó Fray Digo de Basalenque:
“Es necesario mencionar aquí, que en este convento puso la Orden sus primero
estudios mayores en la Nueva España, primera entre todas las órdenes
misioneras, 1540, siendo su profesor el Maestro Fray Alonso de la Veracruz,
quien formó allí la primera biblioteca americana de que se tenga noticia; por
esto es considerada esta Casa de Estudios como la primera Universidad de
América.
400 AÑOS DEL TEMPLO DE SAN AGUSTÍN EN SALAMANCA; GTO